Sonia Fornieles responsable de mujer.es relata que por azares del trabajo ha estado  en un evento junto a una gran arquitecta y promotores de viviendas de lujo que buscan aplicar la sostenibilidad en los procesos de construcción de casas, resorts… Nos han enseñado proyectos de viviendas unifamiliares  de ensueño.

Blancas, modernas, grandes, luminosas, rodeadas de naturaleza pero lo suficientemente cerca de núcleos urbanos. Me veía perfectamente  bajando esas amplias escaleras de caracol con una camisa blanca de lino mientras mi hijo se bañaba en la piscina y mi marido cuidaba los árboles de su jardín, ese que no tenemos y tanto nos gusta. Un compañero  preguntó el precio de las viviendas. Alrededor de dos millones y medio de euros. Me desperté  de golpe,apurando mi café mañanero y he seguido tomando notas. Lujo, arquitectura y sostenibilidades. Esa esos son las tres palabras (cuatro contando la conjunción) que encabezaban mis apuntes.

Al salir del desayuno  rodeada de escaparates en los que ya estaban colgados los carteles de ¡REBAJAS! ¿No se rebajan las casas? ¿Por qué no se venden en febrero al 50% las que están en el interior y en julio las que están en zonas de costa? No podría comprarme esa casa con un descuento del 50%, ni con uno del 80%, pero estaba  segura de que esperaría cada fin de temporada con ansia ese catalogo de casas de lujo en rebajas. ¡Se liquidan chalets! ¡Casas en estaciones de esquí en stock a precio de coste! ¡Oferta de áticos en el centro: 2×1!

Pero el lujo no se rebaja, por eso es lujo.

Fue entonces cuando pensé en el lujo intangible, el que no tiene precio, el que es subjetivo, el que cambia según la persona. El lujo para mí es poder permitirte un lujo (uno) y no andar angustiada por haberlo hecho, pero también es ir en chanclas por la vida, no maquillarme en un mes y tomarte un tercio de cerveza en una terraza con la tranquilidad de saber que no hay nada pendiente, ni urgente… pero con la certeza de que pasada la calma volverá de nuevo la vida con maquillaje y zapatos de tacón.

Hay para quien el lujo es convertir los paréntesis en su modo de vida, en mi caso creo que perderían la chispa, me acostumbraría y dejarían de ser un lujo…

¿Y no es eso lo que quiero? ¿No quiero ser el señor Cayo de Delibes (pero con más ratos de charla y algún vecino al que poder pedirle sal por favor)? Voy a pensarlo mientras me pongo las chanclas.

15 Noviembre 2022